• El extremo sufrió el pasado 20 de enero una fractura de cúbito y se encuentra en el ecuador de su recuperación

  • “Todo ha ido muy bien, me siento muy bien y con muchas ganas de ayudar al equipo y de jugar”, explica el futbolista

 

El pasado 20 de enero, tras un lance en un entrenamiento, Moha Chabboura recibió la peor noticia que puede recibir un futbolista. El gerundense caía lesionado por una fractura de cúbito y tenía que pasar por el quirófano. El tiempo estimado de su recuperación se cifra en 6-8 semanas. Ha llegado, por tanto, al ecuador y empieza a ver las cosas con más optimismo. Su vuelta a los terrenos de juego está más cerca. Sus ganas por ayudar a la U.D. Melilla se aprecian a diario en sus intensas jornadas de trabajo.

“Es la segunda vez que me fracturo el mismo hueso y desde el primer momento que me lesioné ya sabía lo que me esperaba, ya sabía que me tenía que operar, y desde el primer momento me lo he cogido con optimismo, con mucha positividad. Y todo ha ido muy bien, me siento muy bien y con muchas ganas de ayudar al equipo y de jugar”, explica el jugador.

“Ahora mismo estoy haciendo rehabilitación -detalla-. Me operé, luego tuve que estar quince días con las grapas, me las quitaron y ahora estoy haciendo tratamiento de magnetoterapia, rehabilitación de movilidad y más adelante fuerza. Aún quedan un par de pasos”. Pero no quiere ni debe marcarse un plazo exacto, porque lo importante es recuperarse bien. “Cuánto me queda no lo sé. Va a depender mucho de cómo avance la movilidad en mi brazo, de fuerza que vaya cogiendo a medida que vayamos haciendo trabajo… No sé decirte, tres o cuatro semanas. Yo creo que como mucho cuatro. Pero va a depender de cómo esté cerrando el hueso, mi movilidad, la fuerza, soportar los golpes… Yo creo que va a ser más pronto que tarde”, estima el unionista.

La semana pasada volvió al estadio, lo hizo para ejercitarse en el gimnasio bajo la supervisión del fisioterapeuta Francisco López. Aunque su recuperación va más allá de los muros del Estadio Álvarez Claro. “Ahora mismo estoy yendo a FREMAP todas las mañanas, de 9 a 10, a hacer magenetoterapia y movilidad en el brazo con sus fisioterapeutas, y cuando termino allí me voy al estadio, de lunes a viernes, para hacer entrenamiento de gimnasio de tren inferior con Paco, el fisio”. Y con esta agenda diaria espera calzarse las botas cuanto antes para seguir sufriendo fuera del campo.

Es un tópico, pero reconoce que es peor ver los partidos en la grada que estar en el césped: “Vivo los partidos muy nervioso y parece que tenga cuerdas que me están atando porque tengo una ganas de saltar al campo terribles. Pero muy nervioso, no soy capaz de estar tranquilo viendo el partido. Veo todos los partidos, tanto los de casa como los que jugamos fuera por Televisión Melilla. Con muchas ganas de volver ya. Me gustaría muchas veces saltar al campo a ayudar. Pero bueno, queda poquito”.