Igor Martínez tiene 29 años. Nada más verlo te preguntas en qué mundo vivimos para considerar veteranos a los futbolistas que entran en la treintena. Llega puntual a la cita, no porque el tiempo sea oro, sino porque en su familia le enseñaron que oro es la educación.

De origen humilde, nació en Vitoria y creció como jugador y persona en el Deportivo Alavés, el Athletic de Bilbao, el CD Mirandés y el CD Lugo. Con su fichaje esta temporada por la UD Melilla ha conocido el sur. Asegura que fue una buena decisión venir a la ciudad.

Tras lanzarle un par de fotos -donde intentamos recoger el carisma que se le sale de los bolsillos-, nos sentamos a la mesa de grabaciones. Dos horas después, Igor Martínez nos ha demostrado que si es un lujo verlo jugar, escucharlo contar su vida deportiva es un privilegio.

Vamos a empezar por tus inicios. Además de al fútbol, Igor, jugabas a la pelota vasca.

Mi padre era aficionado a la bola y a través de él empecé a practicar este deporte desde pequeño. Se me daba muy bien, pero a medida que fui creciendo me interesé más por el fútbol. Recuerdo estar jugando a la pelota y esperar el momento de acabar para ir corriendo a ponerme las botas de fútbol y salir a jugar con los amigos. Entré en las inferiores del Alavés con cinco años. Digamos que al final tuve que decantarme por una de las dos, y elegí el fútbol.

Ibas a Mendizorroza a ver los partidos del primer equipo de la mano del aitona Joaquín, fiel seguidor del Glorioso.

La afición al Alavés me viene de familia. Mi aitona, mi abuelo, era un gran aficionado del equipo y me llevaba todas las semanas al estadio a ver los partidos. Lo quería mucho, y a él también le debo gran parte de la pasión por el club y por el fútbol que siempre tuve.

Un jovencísimo Igor Martínez con su abuelo Joaquín, persona clave en los inicios de su carrera.

Actualmente es habitual que algunos clubes preparen a sus canteranos para un estilo concreto, con la finalidad de que estos se especialicen en ese modelo de juego y lleguen listos a una primera plantilla que ponga en práctica la misma idea. Hablo de casos como el Barça o el Villarreal, por ejemplo. ¿Recuerdas si en tus inicios en el Alavés pasaba algo similar?

Sinceramente, no tengo recuerdos de que en las distintas edades se nos entrenase de una manera concreta o para un estilo determinado. Los entrenamientos eran normales, generales, y dependían de la categoría en la que estuvieses y de lo que considerase el entrenador que llevaba el equipo. Ibas mejorando como jugador a medida que ibas creciendo, pero no te hacían un futbolista específico.

En aquella cantera, ¿eras tú el crack individual o primaba el juego de equipo?

Sobre todo hasta juveniles, quizá sí era yo uno de los jugadores más destacados. Jugaba arriba y marcaba bastantes goles, y muchos de ellos daban victorias. Ya en juveniles, siendo aún de primer año pasé a jugar en división de honor, que es la categoría superior y abarca a los principales equipos de la comunidad, y la diferencia con el resto se redujo. Pero se podría decir que, en general, sí estaba entre los que solían destacar en el equipo.

Llegaste al primer equipo en 2007, siendo aún muy joven. Aquel era un Alavés venido a menos desde la final de UEFA perdida, que había descendido a Segunda un año antes. Ese equipo aún tenía jugadores ilustres, como el mediocentro Astudillo o el delantero Aganzo.

Aquello fue una experiencia… pues imagínate. Yo todavía era casi un niño, tenía 18 años, y estar en un vestuario con jugadores de esa importancia imponía. Te quedabas callado en una esquina y dejabas que hablasen los veteranos. Al principio estabas como algo apartado, pero los compañeros te acababan tratando como uno más. Yo no viví eso de que el joven es el que tiene que llevar los balones y cosas así. Son métodos que tampoco veo bien para los jóvenes del filial hoy día.

Esa temporada el equipo coqueteó con el descenso a la tercera categoría.

Vivir esa situación límite siendo tan joven fue una experiencia dura. Aquel Alavés pasaba una mala época institucional. La gestión y la salida posterior del presidente Dimitri Piterman tras el descenso afectó mucho a la afición, y acabó repercutiendo en el equipo. Quizá por eso las cosas no salieron como habrían de salir en una plantilla que tenía gente de mucha calidad. Al final nos salvamos en la última jornada, ganando al Celta en Balaidos y mandando al Racing de Ferrol a Segunda B.

Tu debut se produjo en la jornada seis. El entrenador que te dio la oportunidad fue Josu Uribe, que más tarde dirigió a la UD Melilla.

Sí, Uribe fue quien me dio la alternativa en un partido contra el Tenerife, en Mendizorroza. Era un entrenador al que le gustaba jugar por las bandas, pero a mí me usaba por dentro, de segundo delantero. Imagínate debutar en el estadio de tu club de toda la vida, una ilusión enorme. Ese año ya formé parte de la primera plantilla y jugué varios partidos más con los diferentes entrenadores.

Para la siguiente temporada ya tenías 19 años y te hiciste titular. Pero desafortunadamente tu mejora coincidió con el descenso.

Pese a la salvación la temporada anterior, el equipo no funcionó tampoco el año siguiente. En lo personal sí fue bien, ya que jugué casi todo y al final me gané el puesto. Como titular viví el descenso en la penúltima jornada, pese a que ganamos al Alicante. Descender fue muy triste tanto para mí como para mi familia, que estuvo tanto o más afectada que yo. En esas situaciones… Ya sabes, solo queda recuperarse y seguir adelante.

En Segunda B ya sí fuiste un puntal indiscutible, formando ataque con el veterano Dani Bouzas, que jugó muchos años en Primera con el Sporting. Y compartiendo plantilla con dos de tus compañeros actuales en la UD Melilla. El volante era Ruano y el lateral derecho era tu actual entrenado, Luis Carrión

Ese año lo jugué todo, treinta y muchos partidos como titular, hice ocho goles y fui uno de los mejores del equipo. Acabamos el año quintos, rozando la liguilla. Yo jugaba en banda derecha, acercándome mucho al área. Me sentía muy cómodo en esa zona del campo y muy cómodo con ellos. Nos llevábamos muy bien los tres ya por entonces.

Carrión, el míster, era titular en el lateral derecho, detrás de mí. Era un jugador muy ofensivo, y nos entendíamos mucho. Cuando nos tocaba alguno bueno por la izquierda, nos la liaba, ja, ja. Nos gustaba hacer paredes y cosas así. Hicimos algunas buenas jugadas juntos, como en el partido contra el Ejido, donde una combinación en la banda acabó en un golazo.

Carrión se crió en La Masía. De Guardiola decían sus compañeros que ya era entrenador antes de serlo, por cómo se comportaba en el campo, dirigiendo. ¿Se le veía al míster ya la madera de técnico?

‘Carri’ era un jugador muy inteligente, muy ofensivo. Mmm… No recuerdo que diese indicaciones u organizase al resto del equipo, pero sí que tenía buena técnica y gusto por el balón. Y en el campo nos entendíamos muy bien.

Tu año fue tan bueno que el Athletic te fichó. De hecho, Caparrós ya había tratado de firmarte antes. Pagaron por ti una cantidad considerable y el fichaje generó alguna polémica.

El Athletic me había venido siguiendo desde las inferiores, cuando ya destacaba. Caparrós apostó finalmente fuerte por mí y llegué a Bilbao en 2010. Muchos seguidores alavesistas no se tomaron bien que un nuevo jugador de la cantera se marchase al equipo poderoso de la zona. Irme fue una decisión difícil, claro, pero son cosas que pasan habitualmente en el mudo del fútbol. Hablé con mi familia y juntos decidimos que era un paso adelante. Parte de la afición se molestó, es cierto, pero ellos tienen que entender que en la carrera de un jugador hay decisiones así. Mi corazón siempre será del Alavés. Quizá no me sentí querido, pero yo sé cuales son mis sentimientos, y el que no lo entienda…

¿Era tu objetivo llegar a un club vasco con tanta historia como el Athletic o preferías haber jugado en Primera con tu club de origen?

A mí me hubiese encantado jugar en Primera con el Alavés, pero el equipo estaba en Segunda B y la oferta de un club como el Athletic no se puede rechazar. En una carrera deportiva a veces hay que dejar el sentimiento a un lado y pensar en las aspiraciones profesionales. Y eso hice. El Athletic es un gran club, donde me sentí muy acogido desde mi llegada, tanto en el vestuario como por la grada.

El futbolista vasco, con la casaca del Athletic Club.

Allí coincidiste con jugadores que conocías de las selecciones inferiores de Euskadi. ¿Cómo fueron tus inicios con los Leones?

Empecé jugando mucho en pretemporada y haciendo tres goles. Uno de los futbolistas con los que mejor me llevaba era Óscar de Marcos, con quien había coincidido en el Alavés. La plantilla se portó muy bien con un joven de 21 años como yo, aunque pagué alguna que otra novatada.

En una convocatoria los veteranos me dijeron que Caparrós estaba en su habitación y que quería hablar conmigo en privado. Yo, extrañado, decía: ¿conmigo? «Sí, sí, corre, que te está esperando para decirte algo importante, y como no vayas pronto…» Siguieron insistiendo hasta que acabé yendo a la habitación. Llamé, y cuando el míster abrió y me vio allí plantado, me dijo: «¿usted qué hace aquí?» , y se echó a reír. Ja, ja, yo no sabía dónde meterme, de la vergüenza.

Resulta curioso que un andaluz de pro como Caparrós se convirtiese en uno de los leones más queridos en Bilbao. Desde fuera, parece un entrenador de los de antes, de estilo clásico.

Joaquín Caparrós es una gran persona, y un hombre muy intenso. Por su compromiso y su manera de ser se hace querer en cualquier lugar, y así fue en Bilbao. En lo deportivo, le gustaba poner dos delanteros. Jugábamos con mucho orden, concentrados y tratando de salir rápido. Es un buen técnico, y lo sigue demostrando hoy día, desde que ha tomado el banquillo del Sevilla.

Realmente aquel año llegaste para alternar el primer equipo y el Athletic B. El filial estaba dirigido por De la Fuente, actual seleccionador de la Selección española sub-21. ¿Eran los estilos de ambos muy distintos?

Jugué muchos partidos con el ‘B’. De la Fuente era un entrenador que tenía una buena propuesta de juego, quizá sí algo distinta a la de Caparrós. Pero la temporada no fue como se esperaba y acabamos en posiciones bajas.

En Liga te estrenaste en la jornada tres. El míster dijo que habías estado magnífico.

Sí, fue un gran debut, en el Molinón. Jugué titular en un ataque junto a Llorente y di la asistencia del primer gol a Gurpegui. El partido acabó en empate, me sentí cómodo y recuerdo que estuve bastante acertado. A Caparrós debió de gustarle, porque a partir de ahí jugué varios partidos de titular.

Y fuiste convocado para la Sub-21, dirigida por Luis Milla.

Estaba jugando habitualmente en aquellas fechas, a finales de 2010, siendo titular en ataque, y me llegó la oportunidad. Luis era un entrenador al que le gustaba tratar bien el balón. Fue una bonita experiencia recibir aquella llamada.

Volviendo al Athletic. El equipo acabó la Liga sexto, y al banquillo llegó Marcelo Bielsa. ¿De verdad está tan loco como su apodo refiere?

Ja, ja, sí. Bielsa es un entrenador muy especial, un obsesionado del fútbol. Veinticuatro horas pensando en fútbol. Eso mentalmente…

Con los jugadores guardaba ciertas distancias. No es el típico «técnico amigo» que está a cada momento hablando personalmente con cada jugador, pero es una persona muy educada; y muy honesta. Cuando entrabas al vestuario y veías a Bielsa sabías que tenías que guardar silencio y escucharlo atentamente. Se sentía el respeto. Hay una cosa de la que estoy convencido, porque lo sé y porque además así se ha demostrado, y es que con su personalidad y sus métodos solo trataba de hacernos mejores futbolistas.

Marcelo Bielsa abraza a Igor en un entreno durante la etapa en que coincidieron.

¿Cómo eran sus entrenamientos, mucho método? Analizando sus equipos, como aquella selección Argentina, que actúan como máquinas, desde fuera parece que tenga todo previsto y ensayado al milímetro.

Las sesiones con él eran agotadoras, pero aprendías muchísimo. Nos daba sesiones eternas de vídeos para analizar a los rivales. Nos mostraba muchas jugadas que luego nos hacía practicar una y otra vez sobre el campo, con movimientos preparados. Él decía que todo eso no se lo inventaba, sino que lo hacía porque lo veía en los partidos y sabía que eran las jugadas efectivas. Al principio los entrenamientos eran un desastre, no nos salía nada. Esas acciones tan rápidas que nos exigía… Y además acabábamos destrozados, de tanta intensidad. Pero con el tiempo fuimos haciéndolo mejor y ganando en todos los aspectos. Y claro, se notaba la evolución.

El problema es que el nivel de implicación es tan grande, tantas horas respirando y pensando fútbol, que es difícil alargarlo en el tiempo. Quizá por eso sus equipos no se mantienen arriba mucho más que una temporada. Escuché decir de él que es un entrenador excelente de selecciones.

Aquel Athletic acabó dando un salto de nivel evidente, tras varios meses dirigido por Bielsa.

Sin duda. Como te he dicho, Bielsa mejoró tanto a los jugadores como al equipo en todos los sentidos. A la vista está que jugadores como Javi Martínez, Ander Herrera o Llorente acabaron fichando por clubes como el Bayern, el Manchester o la Juve, de entre los mejores equipos del mundo. Eso no se había visto nunca en el Athletic. Toda la intensidad que pedía y las consignas que nos daba en los entrenamientos tenían el único objetivo de hacernos jugadores mucho mejores, incluso futbolistas de élite. Y lo conseguía, era real.

En cuanto al equipo, también podría decirse lo mismo. Llegamos a la final de la Copa del Rey y a la de la Europa League ese primer año, con eso se dice todo. La de Copa perdimos tres a cero contra un gran Barça entrenador por Guardiola, algo que entraba dentro de lo normal. Pero la Europa League sí creímos que era nuestro momento Jugamos contra el Atleti. Pero finalmente pesó el bagaje de los jugadores atléticos. Muchos de ellos tenían mucha más experiencia en finales y competiciones europeas que la mayoría de nosotros, y acabó notándose. Recuerdo a Falcao cogiendo un balón y definiendo a la escuadra como si nada, sin nervios.

Bielsa te tenía en alta estima, como luego a tu compañero el año previo en el filial Ruiz de Galarreta.

Marcelo confiaba de verdad en mí, me cuidaba mucho. «Txiki, podés ser un ‘win’ de elite», me decía. Ja, ja. Podría decirse que yo era su ojito derecho, sí. Mi pena es no haber podido devolverle todo lo que él me ofreció. Siento que él me dio mucho más de lo que yo pude darle… Aquel fue el año de mi primera lesión grave.

En una entrevista de hace algo más de un año, dijiste que Bielsa confiaba tanto en ti que te prometió un coche si no te lesionabas.

Sí, ja, ja, y lo cumplió. Marcelo se acercó a mí en un entrenamiento y me dijo: «¿Txiki, digame, cómo queré el Mini?» Yo no sabía qué me estaba diciendo, y me quedé… «El Mini, el coche, que cuál queré, ¿el Cooper, el Coupé?, me volvió a decir. Yo ya lo entendí, pero pensaba que se trataba de una broma, y le contesté que prefería el Coupé. Se estaba refiriendo a que me iba a regalar un coche si yo prometía no lesionarme durante la temporada. A la mañana siguiente fuí a los aparcamientos después de entrenar y allí estaba el Mini aparcado. Y lo estuve usando, era para mí de verdad. Está claro que Bielsa era un hombre de palabra.

Por desgracia no pude mantener el trato, ya que los problemas físicos siguieron y pude jugar muy poco. Al final de temporada el coche se sorteó, y de ello se aprovechó Aurtenetxe, que se quedó finalmente con él.

Te lesionaste de gravedad en la jornada cinco de aquella 2011/12, contra el Málaga.

Me fracturé el peroné en la Rosaleda y estuve fuera casi todo el año. Al final de curso jugué varios partidos con el Athletic B, que ahora lo entrenaba Ziganda, y volví a las convocatorias con el primer equipo, pero no estaba bien recuperado. Bielsa trataba de que mejorase, ya que contaba conmigo. Me perdí las dos finales, y aunque las tenga en el palmarés, en cierto modo uno no las siente como propias…

Creo que tienes otra anécdota con Bielsa en relación a tu lesión y la llamada a un ex jugador…

Viendo la gravedad de la lesión, un día el míster se me acercó y me dijo que iba a darme el teléfono de Prosinecki, a quién él conocía. «Llámelo, llámelo que Prosinecki es amigo mío y sabe lo que es pasar por lesiones, seguro que le puede ayudar». Años más tarde, ‘Prosi’ se encontró a un compañero mío y estuvieron recordando aquello. Prosinecki le dijo: «¿Pero cómo iba a ser yo el adecuado para ayudarle con una lesión?» Ja, ja, ja.

Has dicho antes que te perdiste la final contra el FC Barcelona. Pero sí llegaste a enfrentase al Barça de Guardiola. Desde dentro, ¿era un equipo tan arrollador como se ve desde la televisión?

Jugué contra ellos en dos ocasiones. Eran muy buenos. Me sorprendió muchísimo Busquets, la tranquilidad que tenía para sacarla en zonas o en situaciones dificilísimas. Y sobre todo Puyol, su concentración. El balón estaba en el otro campo y lo mirabas a él y veías que no perdía la concentración en el juego ni un segundo, lo estaba controlando todo cuando la jugada estaba en la otra punta. Puyol, Piqué… Era algo fuera de lo normal.

Su gran apoyo junto a su mujer, su hijo Unax.

Salvando las distancias, Luis Carrión trata de proponer en la UD Melilla un juego de posición, basado en la posesión del balón. ¿Crees que es una propuesta parecida a la de aquel Barça?

Uff, bueno, es muy difícil de comparar porque las diferencias de calidad son enormes. Pero en cierto modo sí se parecen. Es cierto que Carrión quiere sacar el balón desde atrás, y jugarlo, pero trata de que arriba seamos verticales. Se juega la pelota, pero cuando se llega a zonas adelantadas insiste mucho en que hay que romper. Hay que tratar de llegar y acabar las jugadas.

La temporada siguiente jugaste solo un poco más, ya que persistieron los problemas físicos. Fue tu último año.

Desafortunadamente no volví a estar al cien por cien hasta que me marché del Athletic. Marcelo también abandonó el club. Antes de irse, Bielsa quiso que me renovasen, pero su salida tras la mala marcha del equipo también acarreó la mía, ya que la directiva no confió en mí y no me ofreció renovar.

Escribió Schuster en su libro biográfíco que la lesión grave en el tobillo que le produjo Goikoetxea en 1981 le obligó a cambiar su manera de jugar, dado que tras recuperarse ya no podía moverse igual. Dice que tuvo que reinventarse, como si fuese un jugador nuevo y diferente. ¿Crees que tu lesión te produjo algo parecido? Supongo que los avances en medicina en la actualidad evitan este tipo de caso.

A mí no me afectó de ese modo. Tras la recuperación he seguido moviéndome y jugando igual. No sé cómo serían hace tantos años, pero hoy día, dado los avances técnicos, las recuperaciones bien llevadas te permiten volver a estar como antes de la lesión. Yo seguí siendo el mismo jugador.

Entonces te marchaste a Miranda de Ebro. El Mirandés estaba en Segunda división y era entrenador por Arconada, otra leyenda del fútbol vasco. Como se suele decir, igual se trataba de dar un paso atrás para recuperarte plenamente y dar luego tres pasos adelante.

Podría decirse que sí, ese era el objetivo. Mi familia y yo decidimos que era una buena opción ir a un club cercano y que tenía aspiraciones. Y acabamos aceptando la oferta del Mirandés. Aquella primera temporada fue muy irregular. Alterné titularidades y suplencias y el equipo acabó en descenso. Finalmente mantuvimos la categoría por el caso del Real Murcia, que había quedado arriba y descendió por impagos a Hacienda.

El segundo año fuiste indiscutible, compartiendo ataque con el goleador Urko Vera.

Ya recuperado físicamente, aquella temporada 2014/15 alcancé mi verdadero nivel. Fui titular todo el año como mediapunta, hice goles y el equipo firmó la mejor temporada de su historia, con una octava posición. Fue un año muy bueno, en todos los sentidos.

El nuevo entrenador era el mítico Carlos Terrazas, otra personalidad muy particular.

Ja, ja, Terrazas y sus charlas de una hora. En las charlas podía hablarte de cualquier cosa, de lo que se le ocurriese, no sólo de fútbol. Era un entrenador a la antigua, pero muy buena persona, y tuvo mucho mérito el rendimiento que consiguió sacarnos. Al que no jugaba, eso sí, no le hacían tanta gracia las charlas tan largas (risas).

Pese a ello, decidiste no renovar.

Creí que tras esos dos años y mi mejora cambiar de club sería una buena alternativa para seguir creciendo. Habían varias ofertas, y al final me decidí por la del Lugo.

El Lugo que dirigía Luis Milla fue el primer equipo en que jugarías lejos de tu casa. La primera vez que tenías que coger maletas y mudarte.

Sí, y por desgracia no tengo buen recuerdo de esa primera experiencia. Acostumbrado a estar cerca de la familia, la nueva rutina me costó. Ahora cuando salía lo hacía con compañeros, y al final acabábamos también hablando de fútbol. Al final no desconectabas y te perdías en otras cosas. Las cosas no fueron como esperaba.

Milla era un entrenador que quería que tratáramos bien la pelota, pero la idea no acababa de funcionar. Además, no confió en mí desde el inicio y fui perdiendo trascendencia. Con Luis César en el banquillo la situación tampoco mejoró demasiado, y pese a que acabé jugando bastante, no fue un buen año ni para mí ni para el equipo.

Y en Lugo sufriste otro duro golpe, ya que perdiste a tu aitona

Mi aitona era una persona muy importante en mi vida. Lo quería mucho, como él a mí. Él me decía que no llegaría a ver a mi hijo. Y es que en aquellas fechas Aintzane estaba embarazada. Yo le decía que sí, que no dijera eso, que aún era fuerte y le quedaba tiempo por delante. Al final él tuvo razón, ya que se me fue antes de que naciese Unax y no pudo conocerlo. Fue muy duro llevar toda aquella situación.

Pero el destino te compensó, dándote la alegría del nacimiento de tu hijo. Que por cierto, llevas algo tatuado sobre él. Háblanos un poco de ello.

Sí, Unax nació en Vitoria el 11 de febrero de 2017, y es la mayor satisfacción que me llevo de aquella temporada. En un brazo tengo tatuado un reloj con la hora de su nacimiento, y también dos rosas, por mis padres. En el otro tengo un maorí, porque este tipo de tatuajes me gustan estéticamente. Y aún quiero hacerme más, ja, ja, lo siguiente será la espalda entera.

Acabaste regresando al Mirandés, que ahora estaba en Segunda B y lo dirigía Pablo Alfaro.

Tras la mala experiencia, decidí regresar a lo conocido, aunque fuese en una categoría inferior. La temporada del equipo fue muy buena. Alfaro me usó en el ataque, y conseguimos acabar líderes del grupo. Aunque luego no tuvimos suerte y perdimos el ascenso contra el Extremadura.

El futbolista vasco tuvo dos etapas en el C.D. Mirandés.

Arrigo Sacchi, el legendario técnico del AC Milan, escribió en su libro que él tenía predilección por fichar a jugadores que ya conocía de sus equipos anteriores, porque sabía lo que podían ofrecerle. Tu ex compañero Carrión entrenaría este año a la UD Melilla…

Carrión ya me conocía, y fue quien pidió mi fichaje. Cuando recibí su llamada no dudé un segundo en ir a jugar con él a la UD Melilla, porque también sabía cómo era como entrenador. Hablé con algunas personas sobre cómo era una ciudad que desconocía y no me lo pensé mucho para acabar firmando. Y no me equivoqué.

Decía Cruyff que gracias al grupo de jugadores vascos que fichó a su llegada al Barça en 1988, los Bakero o Beguiristain, su sistema pudo mantenerse sólido, siendo otro tipo de futbolistas los que pondrían la alegría y otras necesidades. Tú creciste en el norte, vienes de familia humilde y trabajadora, que te formó en valores. La UD Melilla es el primer equipo fuera del norte de España en el que has jugado. ¿Has encontrado mucha diferencia entre el fútbol en que naciste y este del sur?

Está claro que la educación familiar tiene mucho que ver en cómo soy yo. Y es cierto que suele decirse que los futbolistas del norte somos disciplinados y tenemos unas cualidades distintas a las de otras regiones de España. Por ejemplo, a los andaluces se le considera más técnicos, o más regateadores. Pero yo creo que, aunque tenga parte de razón, cada día son menos esas diferencias. Al menos actualmente, en el norte hay jugadores de tanto talento como en el sur. Yo no he notado ningún cambio especial al llegar a Melilla y jugar en el grupo cuarto, el fútbol me sigue pareciendo lo mismo.

De hecho, en la actual plantilla coincides con un jugador navarro que pasa por ser de los más talentosos de la plantilla, y al que podemos decir que has apadrinado. Háblanos un poco del fútbol de Antonio Otegui.

Ja, ja. Es cierto. En mi papel de veterano y siendo como yo del norte, mi relación con Otegui es muy cercana. Él es más introvertido, y yo trato de usar mi experiencia para ayudarle a que crezca como jugador. Estoy totalmente convencido de que Otegui llegará a jugar en Primera, tiene calidad de sobra para ello. Quizá tenga que crecer más en el aspecto defensivo, en esa presión tras pérdida que Carrión nos exige, ya que como suele pasarle a muchos futbolistas talentosos, a veces necesita ganar en intensidad. ¡Pero es que tiene veinte años! Está mejorando mucho en general, ha hecho una temporada buenísima, y si sigue así sin duda acabará en Primera.

‘Padrino’ y ahijado, Antonio Otegui.

En tus inicios te definiste para el periódico AS como un jugador trabajador, con chispa y dinámico. Aquí te hemos visto algo más cerebral, con mayor control de los tiempos del juego.

Es cierto que ahora con 29 años controlo más aspectos del juego. Cuando eres joven solo quieres correr y correr arriba, y ahora interpretas más lo que pide cada situación del partido. Pero creo que, aun con ese cambio natural que se da con la edad y la experiencia,  mis cualidades no han variado especialmente, siendo las mismas con las que me definí aquella vez en el AS.

Carrión te ha usado en todas las posiciones de ataque. ¿Te ves hoy más como interior, participando en la elaboración, o sigues siendo el extremo de siempre que se relacionaría con la finalización de la jugada?

Yo realmente me considero mediapunta. Es cierto que en los sistemas de juego actuales, como el 4-3-3 que jugamos en la UD Melilla, la figura de ese mediapunta que juega justo tras el delantero centro se ha perdido bastante, de ahí que hoy día quizá la ubicación en uno de los interiores sea la más adecuada para mí. Pero realmente me siento cómodo también jugando por fuera. Soy mediapunta, en general.

Te deseamos mucha suerte para lo que resta de temporada. Y ojalá el año siguiente te veamos en Segunda. Muchas gracias por todo Igor, ha sido un verdadero placer.

(Entrevista de Javi Blanco y Javi Roldán para ‘Pareja de Jotas’)