• El ex jugador del Extremadura, que fue uno de los artífices de su salvación, firma por un año con la U.D. Melilla
  • Es un ‘todocampista’ con gran potencia, talento y capacidad de llegada desde segunda línea. Un portento físico

La historia de Richard Boateng con la Unión Deportiva Melilla viene de lejos. Ha sido la de un idilio irrealizado e inconcluso; la de un interés mutuo que no había terminado de acabar en relación hasta la fecha. Boateng y la U.D. Melilla, la U.D. Melilla y Boateng; la historia de un amor que, desde hoy, comienza a pintarse de azul. De un azul más fuerte.

Este prodigioso ‘todocampista’, nacido en Accra (Ghana) el 10/7/92, llegó a España con apenas 18 años procedente del Liberty Professionals. Aterrizó en el juvenil del Granada C.F. y, tras año y medio en el club rojiblanco, fue cedido al Cádiz ‘B’ de Tercera.

Un año más tarde volvió a jugar a préstamo, esta vez en el San Roque de Lepe y en Segunda ‘B’. Debutó en la categoría jugándolo todo todo (36 partidos) y siendo uno de los jugadores más destacados de la escuadra. Tras el descenso del equipo onubense Richard retorna al filial nazarí, donde se hace indiscutible. Ese curso, y de la mano de Lucas Alcaraz, llega a debutar con el primer equipo en San Mamés y ante el Athletic de Bilbao.

El ghanés Boateng aportará intensidad física, potencia y llegada desde la segunda línea.

Las siguientes dos campañas (en el Granada ‘B’) volvió a disputarlo prácticamente todo. Su potencia, talento, y capacidad de llegada desde segunda línea lo hacen un jugador diferente, único. Destaca por su polivalencia y, desde luego, su sobresaliente capacidad física le hace abarcar una gran cantidad de campo.

El año pasado, y tras su desvinculación con el Granada, marchó a Chipre para jugar en su primera división con el Aris de Limassol, pero una irrechazable oferta del Extremadura en el mercado de invierno (que a base de talonario salvó al equipo de la quema), hizo que el mediocentro africano hiciera de nuevo las maletas rumbo a España. En Almendralejo fue uno de los grandes artífices de la salvación, convirtiéndose en uno de los ídolos de su afición gracias a su entrega, pasión y talento.

Ya en la visita de los nuestros al Francisco de la Hera, los melillenses pudieron comprobar in situ los argumentos futbolísticos del ghanés, que completó un partidazo que sirvió de poco a su club (acabaron perdiendo por 0-1 ante la escuadra azulina).

En aquel partido, Boateng lloraba a moco tendido mientras varios jugadores unionistas intentaban consolarle en una foto que dio la vuelta a España. Todo el esfuerzo puesto en el verde no sirvió de nada, se evidenciaba la frustración de un jugador que siempre da todo por su equipo. Hoy, aquellas lágrimas de tristeza bien pueden ser de alegría. Richard llega a un equipo con grandes aspiraciones, con un bloque cada vez más unido e ilusionado que, con fichajes como este y partidos como el de ayer, dará mucho que hablar.