- El ex futbolista, perteneciente a la plantilla de la temporada 1950/51 que sufrió el accidente de Loja, recibió un pequeño homenaje en el partido de ayer, celebrado en La Condomina
La Unión Deportiva Melilla reconocía ayer con un pequeño homenaje, en el descanso de su partido ante el UCAM y con la presencia de este mismo equipo, la figura de D. Francisco Rabaneda Márquez, que formó parte de la plantilla azulina de la temporada 1950/51, aquella recordada siempre por el fatídico accidente de Loja y por su frustrado ascenso a Primera División.
Rabaneda comenzó su andadura futbolística (desde los 16 años) en equipos de segunda regional como el Africano, el Tesorillo y el Juventus. Posteriormente, con dieciocho, marchó a Marruecos, donde jugó en equipos como el Segangan y el Nador.
“Fue precisamente en un partido del Nador contra el Melilla –explicada Francisco- que un tal Picolín, por aquellos entonces el entrenador, se fijó en mi y me llamó para fichar con ellos. Esto puede ser en la temporada 1949/50, y mi paso por el equipo dura hasta mediados de la 51/52, campaña en la que, a mediados, fui llamado por un equipo de Tánger, el Mogreb. Allí pasé dos años hasta que el club desapareció por las deudas”.
El ex futbolista azulino continuó su periplo futbolístico en Argelia un par de campañas, pero tras la guerra argelina por su independencia el entrenador de su equipo se fue a La Rochelle (Francia) y Rabaneda hizo las maletas con él.
“En Francia se daba la circunstancia de que había grandes empresas con diversas áreas sociales y, en el área socio-deportiva tenían equipos de fútbol. A mi me ficho una empresa de transporte de la fábrica Renault. Allí jugué, pasé luego a ser el entrenador del equipo y fui simultaneando ambas actividades hasta que me jubilé”, relataba Rabaneda en una agrable charla.
La historia de este melillense trotamundos, como la de tantos otros, quedará íntimamente ligada a la del club azulino, que 70 años después de su llegada al mismo intentará pelear, al final de la actual campaña, por retornar a la Segunda División, donde Rabaneda y sus compañeros ya lucieron con honor el nombre de Melilla. El pequeño homenaje recibido ayer (agradecemos al UCAM el bonito gesto de regalarle una camiseta) sirve para reconocer la figura de un melillense admirable. Trabajador, buena persona y –cómo no- azulino hasta la médula. Ayer disfrutó como nadie, in situ, del 1-3 de su equipo del alma.