• La U.D Melilla no siempre ha tenido como primera casaca la cobalto y blanco, también se jugó mucho tiempo de rojinegro

La UD Melilla actual luce dos colores en su camiseta oficial, el azul como componente principal de su primera equipación y el rojinegro en la segunda, que es la utilizada cuando existe coincidencia de colores con el equipo rival y se actúa como visitante.

En la década de los años veinte del pasado siglo se creaba un nuevo equipo en la ciudad, al que se denominó Melilla CF, y que eligió para sus colores el rojo y el negro a rayas verticales. Poco a poco se fue convirtiendo en el equipo del pueblo, llegó hasta construir su propio campo de fútbol en los aledaños de la calle Mar Chica en el barrio del Real. Pero no duró demasiado este intento de campo independiente, volviendo a jugar sus partidos en el Campo de La Hípica, único por aquel entonces digno de ser llamado como tal.

A diferencia de Ceuta y Tetuán, que supieron crecer entendiendo como tal el conseguir unificar esfuerzos para competir a nivel nacional, en Melilla la falta de acuerdo hacía que el fútbol se desangrara en rivalidades locales, que a nada conducían y que limitaba la presencia de los equipos melillenses a los torneos del Marruecos español, con lo que jugar con equipos peninsulares sólo se conseguía contratando partidos de carácter amistoso.

Hubo que esperar hasta primeros del año de 1943 para que se tomara conciencia de la imperiosa necesidad de unificar esfuerzos y contar con un solo y potente equipo, con el que lograr dar el salto al fútbol de categoría nacional.

Ceuta y Tetuán ya contaban ese año con equipo en la Segunda División de Fútbol, y Melilla, la tercera ciudad en importancia del Protectorado español, continuaba todavía en categoría regional.

No fue fácil, pero se consiguió con la implicación de todos los estamentos civiles y militares de la ciudad. En el mes de marzo de este año 1943, de la fusión de los dos equipos de primera categoría regional, Juventud Español y Melilla CF, nacía la Unión Deportiva Melilla. Toda la ciudad se volcó, comercio, industria y profesionales, con cuotas que iban de las cinco a las veinticinco pesetas donadas por quien quisiera y sintiera esta llamada deportiva.

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Los capitanes y porteros de la U.D. Melilla, en la plaza de Pedro de Estopiñán en la presentación de las camisetas.

Fueron suscritas por prácticamente todos los establecimientos y locales de la ciudad. Bajo la presidencia del industrial y comerciante melillense don Pedro Cabanillas Chica, arropado por una junta directiva formada por civiles y militares, la Unión Deportiva Melilla iniciaba su andadura. Para ello se eligieron los colores azul-celeste para la camiseta y blanco el del pantalón. Preguntado su presidente por los colores del nuevo equipo, éste contestó: “Los colores de la ciudad”.

No acabó aquí, lo que debió ser una historia definitiva duró hasta el año 1956. La Unión Deportiva Melilla después de catorce temporadas de luces y sombras, Tercera y Segunda División, accidente de Loja, de nuevo a Tercera, agobiada por los problemas económicos, desaparecía en el mes de agosto del citado año.

Tomaba su relevo el CD Tesorillo, que ascendía esa misma temporada a Tercera división. Previa solicitud a la Federación, se le autorizó a cambiar el nombre del club volviendo a llamarse Melilla CF y volviendo a adoptar los colores rojinegros.

Melilla conseguía mantener fútbol en categoría nacional, recobrando la personalidad del viejo equipo de rayas rojas y negras, y así se mantuvo hasta 1960, en que bajo la presidencia de don José Torcello, manteniendo el nombre de Melilla CF se volvía a retomar la camiseta azul-celeste y el pantalón blanco, los colores característicos de la ciudad.

Finalmente, en la temporada 1979-80, ocupando el sillón presidencial don Ginés Adán, se volvería a denominar Unión Deportiva Melilla, continuando así hasta el día de hoy. El sueño que iniciaron una serie de prohombres, no todos nacidos en Melilla, que fueron conscientes del poder del fútbol como vehículo para dar a conocer a esta ciudad en el ámbito nacional y no sentirse, no sentirnos, ni diferentes, ni olvidados.

Artículo de Antonio Gª Jáuregui, vicepresidente del club.